miércoles, 17 de abril de 2013

Leonardo Fariña, Mentiras Verdaderas


Sin lugar a dudas, el lenguaje es la forma que tenemos los seres humanos para arribar a la verdad de los hechos. En este sentido tenemos que distinguir que hay más de una vía de comunicación cada vez que hablamos; por un lado tenemos el lenguaje verbal que se compone de las palabras que utilizamos y la verbalización de las mismas con tonos, matices e inflexiones y por otro el lenguaje no verbal que contiene el universo de los gestos, ademanes y mohines pero que va mucho más allá del lenguaje del cuerpo.  Es a través del estudio de estos temas se puede analizar los discursos de las personas e inferir la veracidad de sus dichos, como se puede ver en la serie “Lie to me” basada en el trabajo de Paul Ekman.
 Las declaraciones de Fariña
Hay claramente dos Fariña totalmente distintos. Por un lado está Fariña con Lanata. Un declarante suelto, distendido, canchero, sobrador y solvente. Lo más notable es la fluidez de su oratoria cuando explica el proceso de blanqueo del dinero donde exhibe una solvencia envidiable. Jamás titubea, ni siquiera a la hora de ejemplificar que siempre implica una complicación. A la hora de hablar de Lázaro y sus vinculaciones se mantiene fluido y lo poco que se observa de su lenguaje no verbal es coherente con su discurso. En el segundo video del mismo programa donde se lo ve completo, es absolutamente sincero. Incluso cuando Lanata intuye el porqué de su primer encuentro, Fariña acusa el golpe y admite que era verdad con sus dichos y sus gestos en perfecta sintonía. Los momentos en los que se refiere a Perez Gadín y Rossi son de un enojo genuino y manifestado claramente en el cambio del tono de la voz y su actitud corporal. Hay un solo momento del encuentro donde su alocución se contradice con sus gestos y es a la hora de hablar de Néstor Kirchner, en esos párrafos parece fabular y hasta cambia la respiración. En la parte final cuando habla de “la Rosadita” y Gotti también su proceso de armado y comunicación es sólido y concordante, con una carga de genuina preocupación en su expresión.
Otra persona totalmente distinta es el Fariña de intrusos. Vacilante, trastabilla, con un vocabulario ajeno por momentos. Exhibe contradicciones incluso en la misma oración. Ya de arranque dice: “tanto en la primera cámara oculta como en la supuesta cámara oculta ya sabía que… él me estaba grabando; en realidad en la primera cámara oculta yo presumía que me estaba grabando”. Más tarde cuando manifiesta que todo lo dicho en el programa de Lanata ya estaba en los medios, no miente; se muestra tranquilo, relajado y seguro. En ese párrafo habla de corrido, sin baches y con una dicción correcta. Todo esto desaparece cuando intenta explicar el entramado por el cual se habría prestado a las grabaciones. Es muy notable y llamativo la forma en que estira los fonemas, el sonido de cada letra, cuando se pone nervioso. Priiimera cámara oculta, más tarde dice preeesummmía y luego “intereeeeses que reeepreesennnta” al referirse a Lanata. Podría afirmarse que toda esa presentación la vivió como una travesía por un mar enrarecido en el que nunca consiguió hacer pié.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente análisis, como siempre.

Aunque me queda una duda: es posible que en el caso de la cámara oculta su discurso sea más fluido justamente por el desconocimiento de que estaba siendo filmado y que las inconsistencias mostradas en el programa de Rial no sean por mentiras sino por otros factores (nervios, alteración por intoxicación con drogas/alcohol, etc.)? Cabe la posibilidad? Puede ser un matiz o combinación de situaciones?

Saludos,
Emilio.

Anónimo dijo...

Es obvia la mentira, no hace falta tratar de explicarla con tanta parafernalia.