La asunción de Obama debería generarnos admiración
y envidia. En tan solo diecinueve minutos dio una cátedra de corrección y
capacidad para transmitir un mensaje.
Para muchos teóricos de la comunicación el lenguaje no
verbal es mucho más que el idioma del cuerpo; es todo lo que se dice sin
palabras. Y en eso también fue una cátedra. Ni una bandera partidaria, ni un
prendedor tan siquiera; todo el discurso desde la elección de las palabras, los
tonos, los gestos y la ornamentación coincidían para transmitir un único
concepto dicho y explicado de todas las maneras posibles. Un concepto tan
simple y universal que nadie puede atacar. Trabajar todos juntos. “No tenemos
la enfermedad de creer que un gobierno tiene por si mismo todas las
respuestas"… así nomás, sin mesianismos, ni demagogias.
"El pacífico traspaso de un presidente a otro es
lo que nos diferencia de los demás países" una vez más la reiteración que
suma, aquella que se hace desde otro ángulo, la que aclara sin repetirse. “Tenemos
que avanzar todos juntos como una sola nación y un solo pueblo"...
Todo dicho con una sonrisa y sin perder autoridad ni
firmeza. “Todos fuimos creados iguales" algo muy distinto a nuestro “somos
todos iguales”; acá se marca la diferencia sutil y abismal entre la democracia
y el populismo. Ningún tema importante quedo fuera de la agenda que incluyó a
inmigrantes y gays sin demagogias remarcando una vez más su condición de
presidente de todos los americanos, sin partidismos, sin demagogias, sin chori
y sin micros.
José María Rodríguez Saráchaga
No hay comentarios:
Publicar un comentario