lunes, 13 de agosto de 2007

Lavagna arrancó... pero sigue frenado

Para ver el lanzamiento clickeé en la foto





Una estética incorrecta

En todos los aspectos, la estética del lanzamiento de campaña es absolutamente norteamericana. En un país donde hasta el más absoluto consumista tiende a definirse como “progresista”, este estilo es altamente desaconsejable. El mismo error ya lo había cometido en su momento, Domingo Felipe Cavallo en su campaña a intendente.
Por otro lado, el retrato fotográfico que se encuentra en el blog muestra un gesto adusto, que lo aleja del común de la gente, en lugar de acercarlo.

Buscando el feedback

Circulan pésimos libros de oratoria que aconsejan que cuando uno está ante una multitud se debe mirar un punto en el espacio. Aparentemente el ex ministro leyó uno de esos textos, porque es lo que hace. Con este error, se asegura la ausencia total de feedback con el público. De hecho, cuando entra al estadio se observa claramente que ni siquiera mira a la gente a la cual le da la mano. Saluda completamente mecanizado y sin mirar a las personas. Está tan automatizado que saluda siempre exactamente igual, sin un mínimo matiz entre un gesto y el siguiente. Para ser más precisos, aprendió tres saludos a la multitud: con una mano, con las dos y con besito al aire; y los repitió alternativa y mecánicamente.

Lavagna y su imagen de estadista

¿Cuál era la idea de sacarse el saco para hablar? ¿Convertirlo en un líder popular? Justamente con Lavagna el enfoque debería ser otro. Si Lavagna consigue adhesiones es por su imagen de estadista y es ese ángulo el que se debería reforzar y no tratar de oscurecer.
En algunos momentos, el cuerpo no lo acompaño, fue poco feliz decir “mi familia me dio fuerzas” apoyándose en el atril como vencido. Dicho sea de paso se lo vio reclinarse en el proscenio reiteradamente mostrando un cierto cansancio.

Por otro lado, observando el lenguaje verbal excesivamente afectado y haciendo un mal uso de la voz, no es arriesgado pronosticarle disfonías varias. La articulación es buena y es algo que se podría potenciar mucho más.
Con respecto al uso de las manos, las mantuvo cruzadas casi todo el tiempo o una encima de la otra con una actitud casi de súplica.

El “no” a flor de piel

Muchos “no”, muchísimos, demasiados. Recordemos que el ideal de un discurso pasa siempre por la positiva y lamentablemente tanto ante una tribuna como en los reportajes, Lavagna tiene siempre un “no” a flor de labios.
Por último, por largos ratos, se lo vio como leyendo un texto o muy perdido, sea cual fuere la explicación, eso genera un divorcio comunicacional con el público. En realidad, no importan los motivos sino los resultados.

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